
Completando el ciclo iniciado por Robert Doisneau y continuado por Cartier Bresson, el Museo Nacional de Bellas Artes trajo a Elliott Erwitt.
Una fotografía real, ingeniosa, con humor y espontánea es la que exhibe esta muestra.
Si la fotografía de arriba resulta un poco chistosa, no sé compara a lo que las fotos en tamaño real reflejan en sí. Agrupadas en algunas series, disfrute mucho con las fotos de museos, las fotos de perros (humanizados) y las imágenes del mundo mirando hacia el cielo.
Lo interesante de la fotografía de Erwitt es el punto de vista. Es el fotógrafo del fotógrafo, es decir, el espectador que se ubica detrás o al costado de la fotografía, de la escena.
Más allá de eso está el juego. La búsqueda constante de imágenes irónicas, el detalle que de alguna forma humaniza la foto y nos hace sentir más cercanos a eso, a lo divertido. Que está ahí pero que a veces elegimos no ver.
1 comentario:
Grande Erwitt. Fui tres veces al museo y podría ir de nuevo.
El sueño del arte es detener el tiempo. Un sueño imposible, como decía Monet. No obstante, un buen fotógrafo, como Erwitt, es capaz de capturar pequeños instantes de belleza, aislarlos del tiempo y mostrarlos de una forma nueva.
Saludos,
JPR.
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