lunes, septiembre 04, 2006

Io sonno el capo de la Mafia

Vamos llegando a Venecia y mi amigo me dice que la llegada a esta ciudad es linda. Tiene toda la razón. El tren va por una especie de puente o isla, a ambos costados agua y al fondo comienzan a verse campanarios, cúpulas y techos color ocre que delinean la ciudad de Venecia.

Si en Florencia hay que partir con guía en mano para recorrerla, en Venecia basta dejarse llevar y perderse simplemente entre calles y canalas.

Llegamos a la estación y prefiero esperar por el bote-colectivo antes que caminar hasta el hotel, que de acuerdo al mapa, parece lejos. En Venecia esta todo tan bien organizado que los trayectos de los botes son como líneas de metro. Buscas en el mapa cual te sirve y te vas a esperar al muelle donde para ese barquito en específico. Es caro, eso sí, ya desde el transporte te das cuenta más o menos como van a andar las cosas.

En Venecia es imposible entenderse con los mapas. Me costó un siglo encontrar el hotel y eso que estaba cerca del embarcadero al que llegue. Cómo sera que mi amigo Martín llegó como 10 minutos después que yo. Decidí ir a la Plaza San Marcos para tratar de ubicarme, de repente voila esta ahí frente mio la basílica.

Venecia es una ciudad netamente turística y eso como que al rato cansa un poco. Además, por lo mismo, te cobran por todo hasta para entrar a una iglesia. Pero aún así es encantadora.Nos dedicamos a caminar, a seguir puentes, a buscar la orilla del mar y llegamos a una parte que esta cerca de la Academia en donde las calles son un poco más amplias, limpias y menos saturadas. Finalmente llegamos a la orilla donde hay una peatonal y te puedes sentar a sentir la brisa por horas.

Venecia se trata de decir quiero ir para allá, a esa cupula o ha esa iglesia y de encontrar el camino cómo llegar.

Estuve en el Puente de los Suspiros, tanto adentro como afuera. Vi muchas gondolas. Subí al campanario de la Plaza San Marcos, al Palacio Ducal y al Museo de Peggy Guggenheim, entre otros.

En la noche, encontramos un lugar menos turísticos donde comer y nos hicimos fanáticos. Era una carpa que había puesto el partido comunista para celebrar o protestar por no sé que. La cuestión es que tenían comida y música en vivo. El ambiente era tan de amigos que te daban ganas de ser "compañero".

Cuando llegamos a Venecia mi amigo se acordó de la canción de Charles Aznavour y se puso a cantar. Yo en cambio no paré tararear en todo tiempo "vamos juntos hasta Italia quiero comprarme un jersey a rayas..." de los Hombres G.

1 comentario:

Angela López R. dijo...

Dale con lo de "compañeros" amiga...jejejeje. Sorry, pero no pude evitar el comentario.